domingo, 23 de diciembre de 2012

martes, 25 de septiembre de 2012

DÍA 9: EL AMOR CAUSA UNA BUENA IMPRESIÓN

Saludaos unos a otros con un beso de amor.
 (1 Pedro 5:14)


 Hasta ahora, has tratado muchos temas importantes en esta travesía. Aprender a demostrar aspectos del amor como la paciencia, la bondad y el aliento no siempre es fácil pero sin duda es fundamental para una relación saludable. Así que quizá parezca intrascendente hablar sobre la manera en que saludas a tu cónyuge todos los días, pero esta pequeña cuestión tiene una importancia sorprendente. La manera en que una pareja se saluda dice mucho de su relación. Se puede ver en la expresión, el semblante y en la manera en que se hablan. El contacto físico lo hace aún más evidente. ¿Pero cuánta importancia deberías darle a un saludo? La Biblia tiene para decir sobre los saludos más de lo que quizá supongas. El apóstol Pablo se tomó tiempo para alentar a sus lectores a saludarse con calidez cuando se encontraran. Es más, cerca del final de su carta a los romanos, les pidió a los creyentes que saludaran de su parte a 27 de sus amigos y seres queridos. Incluso se tomó el tiempo para enumerarlos por su nombre. Sin embargo, no se trata solo de tus amigos.

 Jesús observó en el Sermón del Monte que aún los paganos les hablan con amabilidad a las personas que quieren. Eso es sencillo para cualquiera. Sin embargo, Jesús fue más allá y dijo que para ser piadoso, también había que ser lo suficientemente humilde y misericordioso como para tratar con bondad a los enemigos. Esto plantea una pregunta interesante. ¿Cómo saludas a tus amigos, a tus compañeros de trabajo y a tus vecinos? ¿Y a tus conocidos y a los que encuentras en público? Quizá te encuentras con alguien que no te agrada demasiado, pero lo saludas por cortesía. Así que si eres tan agradable y educado con las demás personas, ¿no se merece tu cónyuge lo mismo? ¿Diez veces más?

   Es probable que no pienses en esto muy a menudo: en lo primero que le dices a tu pareja al despertar por la mañana, en la expresión de tu rostro cuando entras al auto, en la energía de tu voz cuando hablas por teléfono; pero aquí tienes otra cuestión que probablemente no te detengas a considerar: lo distinto que sería el día de tu cónyuge si expresaras con todo tu ser lo feliz que estás de verlo. Cuando alguien comunica que está feliz de verte, aumenta tu autoestima. Te sientes importante y valorado porque un buen saludo crea un marco para una interacción positiva y saludable. Al igual que el amor, te impulsa a seguir adelante. Recuerda la historia del hijo pródigo que contó Jesús. Este joven rebelde exigió el dinero de su herencia y lo malgastó en un estilo de vida insensato; pero pronto, sus malas decisiones lo alcanzaron y llegó a comer las sobras de una pocilga. Humillado y avergonzado, ensayó sus disculpas e intentó pensar en la mejor manera de volver a su casa y enfrentar a su padre. Sin embargo, no lo recibieron como esperaba. “Y cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y sintió compasión por él, y corrió, se echó sobre su cuello y lo besó” (Lucas 15:20). De todas las posibles situaciones que este joven había imaginado, es probable que esta haya sido la última que esperaba. ¿Cómo crees que se sintió al recibir el abrazo de su padre y escuchar su tono agradecido? Sin duda, se sintió amado y apreciado una vez más. ¿Cuál crees que fue el resultado en la relación entre ellos?
¿Qué clase de saludos harían que tu pareja se sintiera de esa manera? ¿Cómo podrías despertar sus distintos sentidos con una simple palabra, un toque o un tono de voz? Un saludo amoroso puede bendecir a tu cónyuge por medio de lo que ve, escucha y siente. Piensa en las oportunidades que tienen de saludarse regularmente. Cuando llegas a casa. Cuando se encuentran a almorzar. Cuando se dan las buenas noches. Cuando hablan por teléfono. No es necesario que seas siempre audaz y espectacular; pero añadir calidez y entusiasmo al trato te da la oportunidad de tocar el corazón de tu pareja de maneras sutiles y tácitas. Piensa en tu forma de saludar. ¿La usas bien? ¿Tu cónyuge se siente valorado y apreciado? ¿Se siente amado? aún si no se están llevando muy bien, puedes disminuir la tensión y otorgarle valor por tu modo en que lo saludas. Recuerda, el amor es una decisión. Así que decide cambiar tu forma de saludar. Elige amar.
El desafío de hoy
Piensa una manera específica en la que te gustaría saludar hoy a tu cónyuge. 
Hazlo con una sonrisa y con entusiasmo.
Luego decide cambiar tu forma de saludar para reflejar tu amor por él.
 __Haz una marca aquí cuando hayas completado el desafío de hoy. 
¿Cuándo y en dónde elegiste llevar a cabo tu saludo especial? 
¿Cómo cambiarás tu forma de saludar de ahora en adelante?

 Pues he llegado a tener mucho gozo y consuelo en tu amor.
 (Filemón 7)

lunes, 24 de septiembre de 2012

DÍA 8: EL AMOR NO ES CELOSO

Fuerte como la muerte es el amor, inexorables como el Seol, los celos; sus destellos, destellos de fuego.
 (Cantar de los Cantares 8:6)

  Los celos son uno de los impulsos más fuertes que el hombre conoce. La raíz de “celos” proviene del latín, zélus, que significa “arder con un fuego intenso”. Las Escrituras dicen con claridad: “Cruel es el furor e inundación la ira; pero ¿quién se mantendrá ante los celos?” (Proverbios 27:4). De hecho, existen dos formas: los celos legítimos, que tienen su fundamento en el amor, y los celos ilegítimos, que tienen su fundamento en la envidia.
  Los celos legítimos se despiertan cuando alguien a quien amas y que te pertenece aleja su corazón y te reemplaza con otra persona. Si una esposa tiene una aventura amorosa y se entrega a otra persona, su esposo puede tener un enojo celoso justificado debido a su amor por ella. Anhela volver a tener lo que le pertenece por derecho. La Biblia dice que Dios tiene esta clase de celo justo por su pueblo. No es que tenga envidia de nosotros y que quiera lo que tenemos (porque ya es el dueño de todo). Él nos anhela profundamente y desea ser nuestro primer amor. No quiere que dejemos que nada sea más importante que Él en nuestro corazón. La Biblia nos advierte que no adoremos a nada más que a Él porque “el Señor vuestro Dios es fuego consumidor, un Dios celoso” (Deuteronomio 4:24). Ahora bien, nos concentraremos en la clase ilegítima de celos que se opone al amor: la que se arraiga en el egoísmo. Se trata de estar celoso de alguien, estar motivado por la envidia.
 ¿Te cuesta no tener celos de los demás? Tu amiga es más popular, así que sientes odio hacia ella. Tu compañero de trabajo obtiene el ascenso, y no puedes dormir esa noche. Quizá no haya hecho nada malo, pero te amargas debido a su éxito. Se dice que a las personas no les molesta que tengas éxito, mientras que no sea mayor que el de ellas. Los celos son una lucha común. Se disparan cuando otra persona te eclipsa y obtiene algo que tú quieres. Esto puede ser sumamente doloroso, según tu nivel de egoísmo. En lugar de felicitar a la otra persona, estás que echas chispas y piensas mal de ella. Si no tienes cuidado, los celos se meten como una víbora en tu corazón y atacan tus motivaciones y relaciones. Pueden envenenarte y evitar que tengas la vida de amor que Dios diseñó para ti. Si no disipas tu enojo aprendiendo a amar a los demás quizá, con el tiempo, comiences a conspirar contra ellos. La Biblia dice que la envidia lleva a las peleas, a las riñas y a toda cosa mala (Santiago 3:16,4:1-2). En las Escrituras, podemos observar una sucesión de celos violentos. Provocaron el primer asesinato cuando Caín despreció la aprobación de Dios a la ofrenda de su hermano. Sara despidió a su sierva Agar porque podía tener hijos y ella no. Los hermanos de José se dieron cuenta de que era el preferido de su padre, así que lo arrojaron a un pozo y lo vendieron como esclavo. Jesús era más amoroso, poderoso y popular que los sumos sacerdotes así que, por envidia, tramaron traicionarlo y crucificarlo. En general, los extraños no te producen celos. Más que nada, te sientes tentado a tener celos de los que están en el mismo ámbito que tú. Trabajan en tu oficina, están en tu equipo, se mueven en tu círculo... o viven en tu casa. Sí, si no tienes cuidado, los celos también pueden infectar tu matrimonio.



Cuando te casaste, se te asignó la tarea de transformarte en el mayor animador de tu cónyuge y en el capitán de su club de admiradores, los dos se transformaron en uno y tienen que participar del placer del otro. No obstante, si reinan los celos cualquier cosa buena que le suceda a solo uno de ustedes puede ser un catalizador de envidia en lugar de felicitaciones. Quizá él disfrute de jugar al golf durante el fin de semana mientras que ella se queda en casa limpiando. Le cuenta a su esposa que disparó las bolas con mucha precisión y ella tiene ganas de dispararle a él. O quizá, a ella la invitan constantemente a salir con amigas mientras que el esposo se queda en casa con el perro. Si no tiene cuidado, él puede tener celos de la popularidad de su esposa. Como el amor no es egoísta y coloca a los demás en primer lugar, no deja que entren los celos. El amor te lleva a celebrar los éxitos de tu cónyuge en lugar de sentirte contrariado por ellos. A un esposo amoroso no le molesta que su esposa sea mejor en algo, que se divierta más o que reciba más elogios. Percibe que lo completa, no que compite con él. Cuando él recibe elogios, le agradece a su esposa en forma pública por su apoyo al ayudarlo a obtener su propio éxito. Se niega a alardear de manera que su esposa no se ofenda. Una esposa amorosa será la primera en alentar a su esposo cuando tenga éxito. No compara su propia debilidad con los puntos fuertes de él. Celebra en lugar de tener lástima de sí misma. Es hora de dejar que el amor, la humildad y la gratitud destruyan todo celo que surja en tu corazón. Es hora de permitir que los logros de tu pareja los unan y les den mayores oportunidades para demostrar el amor genuino.
El desafío de hoy
Decide transformarte en el mayor admirador de tu cónyuge y rechazar cualquier pensamiento de celos. Como ayuda para que tu corazón se incline a tu cónyuge y puedas concentrarte en sus logros, toma la lista de atributos negativos que hiciste ayer y quémala con discreción. Luego, dile a tu cónyuge cuánto te alegra algo que haya logrado hace poco.
 __Haz una marca aquí cuando hayas completado el desafío de hoy. 
¿Te resultó muy difícil destruir la lista? 
¿Qué experiencias positivas puedes celebrar de la vida de tu cónyuge?
 ¿Cómo puedes alentarlo para que tenga éxito en el futuro?
 Gozaos con los que se gozan y llorad con los que lloran.
 (Romanos 12:15)

jueves, 20 de septiembre de 2012

DÍA 7: EL AMOR CREE LO MEJOR

[El amor] todo lo cree, todo lo espera, (1 Corintios 13.7)

 En los pasillos profundos y privados de tu corazón, hay una habitación. Se llama la “habitación del reconocimiento”. Allí van tus pensamientos cuando encuentras cosas positivas y alentadoras sobre tu cónyuge. Y de vez en cuando, te gusta visitar este lugar especial. En las paredes, hay palabras y frases amables que describen los buenos atributos de tu pareja. Entre ellos, puede haber características como “sincero” e “inteligente”, o frases como “trabajador diligente”, “excelente cocinero” o “hermosos ojos”. Son cualidades que has descubierto con respecto a tu esposo o esposa, que se han grabado en tu memoria. Cuando piensas en ellas, el aprecio que tienes por tu cónyuge comienza a aumentar. En realidad, cuanto más meditas en estos atributos positivos, más agradecido te sientes por él. Es probable que la mayoría de las cosas de la habitación del reconocimiento se hayan escrito en las primeras etapas de tu relación. Podrías resumirlas como las cuestiones que te gustaban y que respetabas de tu amado. Eran reales, honorables y buenas. Y pasabas mucho tiempo en esta habitación pensando en ellas... antes de casarte. Sin embargo, quizá te des cuenta de que ya no visitas este cuarto especial con la misma frecuencia que antes. Esto se debe a que hay otra habitación cercana que compite con él. Al final de otro pasillo oscuro de tu corazón se encuentra la “habitación del menosprecio”, y por desgracia, también vas de visita allí. En sus paredes está escrito todo lo que te molesta y te irrita de tu cónyuge. Esto llegó allí por frustración, sentimientos heridos y desilusión de las expectativas sin cumplir. La habitación está cubierta de las debilidades y los fracasos de tu esposo o esposa. Sus malos hábitos, sus palabras hirientes y las malas decisiones están escritos con letras grandes que cubren la habitación de pared a pared. Si permaneces lo suficiente en esta habitación, te deprimes y comienzas a expresar frases como: “Mí esposa es sumamente egoísta” o “Mi esposo puede comportarse como un idiota”. O quizá: “Creo que me casé con la persona equivocada”. Algunas personas escriben frases cargadas de odio en esta habitación, en donde se ensayan los reproches para la próxima discusión. En este lugar, las heridas emocionales se infectan y añaden más comentarios mordaces a las paredes. Aquí se guardan las municiones para la próxima gran pelea, y la amargura se propaga como una enfermedad. Las personas se desenamoran en este lugar. Debes saber lo siguiente: Pasar tiempo en la habitación del menosprecio arruina los matrimonios. Allí se planean los divorcios y se preparan planes violentos. Cuanto más tiempo pasas en este lugar, tu corazón más deprecia a tu cónyuge. Esto comienza apenas entras, y el cariño por tu pareja disminuye con cada segundo que pasa. Tal vez, digas: “¡Pero estas cuestiones son reales!” Es cierto, pero también lo son las que se encuentran en la habitación del reconocimiento. Todo el mundo fracasa y tiene áreas que necesitan crecimiento. Todos tienen asuntos sin resolver, heridas y un bagaje personal. Es un aspecto triste del ser humano. Todos hemos pecado; pero tenemos la tendencia lamentable de minimizar nuestros propios atributos negativos mientras que colocamos bajo la lupa las fallas de nuestra pareja.

Vayamos a la verdadera cuestión. El amor conoce la habitación del menosprecio y no niega que existe. Sin embargo, elige no vivir en ella. Debes tomar la determinación de dejar de correr a esta habitación y pasar tiempo allí luego de cada incidente frustrante en tu relación. No te hace bien y consume la alegría de tu matrimonio. El amor decide creer lo mejor de las personas. Les da el beneficio de la duda. Se niega a completar lo que no sabe con suposiciones negativas. Y cuando nuestros mayores temores prueban ser verdad, el amor hace todo lo posible por enfrentarlos y seguir adelante. El amor se concentra en las cosas positivas lo más que puede. Es hora de comenzar a pensar de otra manera, de dejar que el amor guíe tus pensamientos. La única razón por la que deberías echar un vistazo a la habitación del menosprecio es para saber cómo orar por tu cónyuge. Y la única razón por la cual deberías entrar en esta habitación es para escribir “CUBIERTO POR AMOR” con letras inmensas en las paredes. Es hora de que pases a la habitación del reconocimiento, te instales y la transformes en tu hogar. Cuando elijas meditar en todo lo positivo, descubrirás que se podrían escribir muchas más cualidades maravillosas de carácter en estas paredes. Tu cónyuge es un libro vivo que puedes leer y leer. Hay sueños y esperanzas por cumplir. Hay talentos y habilidades que pueden ser descubiertas, como un tesoro escondido. Sin embargo, la elección de explorarlas comienza con una decisión de tu parte. Debes desarrollar el hábito de frenar tus pensamientos negativos y concentrarte en los atributos positivos de tu pareja. Es un paso crucial en el aprendizaje para guiar tu corazón a amar de verdad a tu cónyuge. Es una decisión que debes tomar, ya sea que tu cónyuge lo merezca o no.
El desafío de hoy

Busca dos hojas de papel. En la primera, dedica algunos minutos para escribir cualidades positivas de tu cónyuge. Luego, haz lo mismo con los aspectos negativos en la segunda hoja. Coloca las dos hojas en un lugar secreto para otro día. Hay un propósito y un plan distinto para cada una. En algún momento durante el resto del día, elige un atributo positivo de la primera lista y dale gracias a tu cónyuge por esa característica. __Haz una marca aquí cuando hayas completado el desafío de hoy. ¿Cuál lista te resultó más fácil hacer? ¿Qué reveló sobre tus pensamientos? ¿Por qué atributo le diste gracias a tu cónyuge? Si algo digno de alabanza, en esto pensad. (Filipenses 4:8, RVR 1995)

martes, 18 de septiembre de 2012

A-PRUEBA-DE-FUEGO-PELICULA



DÍA 6: EL AMOR NO SE IRRITA


Mejor es el lento para la ira que el poderoso y el que domina su espíritu que el que toma una ciudad. (Proverbios 16:32)

Mejor es el lento para la ira que el poderoso y el que domina su espíritu que el que toma una ciudad. (Proverbios 16:32)
 El amor es tardo para ofenderse y rápido para perdonar. ¿Con cuánta facilidad te irritas y te ofendes? Algunas personas tienen el siguiente lema: “Nunca dejes pasar una oportunidad para enojarte con tu cónyuge”. Cuando algo va mal, aprovechan la situación con rapidez y expresan lo heridos o frustrados que se encuentran. Sin embargo, esta reacción es opuesta al amor. Ser irritable significa “estar cerca de la punta de un cuchillo”. Es fácil pincharse. Las personas que son irritables están listas para reaccionar en forma exagerada. Cuando se encuentra bajo presión, el amor no se pone agrio. Los problemas menores no producen grandes reacciones. El amor no se enoja ni se siente herido a menos que haya una razón legítima y justa a los ojos de Dios. Un esposo amoroso permanecerá tranquilo y paciente, demostrará misericordia y controlará su carácter. Una esposa amorosa no es demasiado sensible ni malhumorada sino que ejerce el dominio propio en el ámbito emocional. Elige ser la flor entre las espinas y responder bien en situaciones difíciles. Si caminas bajo la influencia del amor, serás una fuente de gozo en lugar de molestia. Hazte esta pregunta: “¿Soy una brisa tranquilizadora o una tormenta inminente?”
 ¿Por qué las personas se vuelven irritables?
Hay al menos dos razones clave que contribuyen:
El estrés.
El estrés te agobia, agota tu energía, debilita tu salud y te invita a estar de mal humor. Puede producirse por causas relacionales: las discusiones, la división y la amargura.
 Hay causas por exceso:
trabajar demasiado, exagerar y gastar demasiado.
Además, hay deficiencias:
 no obtener suficiente descanso, nutrición o ejercicio.
A menudo, nosotros mismos nos clavamos estos puñales y nos predisponen a estar irritables. La vida es un maratón, no una carrera corta. Debes equilibrar, priorizar y controlarte. Muy a menudo, echamos la precaución por la borda y avanzamos a toda velocidad, según nos parece bien en el momento. Al poco tiempo, estamos jadeando, tensos y a punto de estallar. La presión creciente puede desgastar nuestra paciencia y nuestra relación. La Biblia puede ayudarte a evitar el estrés poco saludable.
Te enseña a dejar que el amor guíe tus relaciones para que no tengas discusiones innecesarias (Colosenses 3:12-14).
Te enseña a orar en medio de la ansiedad en lugar de resolver las cosas a tu manera (Filipenses 4:6-7).
Te enseña a delegar cuando estás agotado (Éxodo 18:17-23).
 Te enseña a evitar los abusos (Proverbios 25:16).
Además, te exhorta a que tomes un día sabático de reposo todas las semanas para adorar y descansar.
Esto tiene la ventaja de darte tiempo para recargarte, volver a concentrarte y le añade un respiro o un margen a tu agenda semanal.
 Será como colocar almohadones entre tú y las presiones que te rodean, reduciendo el estrés que hace que estés con los pelos de punta cerca de tu pareja.
 Sin embargo, hay una razón más profunda por la cual puedes volverte irritable:
El egoísmo. Cuando estás irritable, el principal problema se encuentra en el corazón.
 Jesús dijo: “De la abundancia del corazón habla la boca” (Mateo 12:34, RVR1995). Algunas personas son como los limones: cuando la vida los exprime, su respuesta es acida. Y otras se parecen más a los duraznos: cuando hay presión, el resultado aún es dulce.
Enojarse con facilidad indica que hay un área escondida de egoísmo o inseguridad en donde se supone que debería reinar el amor. Además, el egoísmo se coloca muchas otras máscaras:
 La lujuria, por ejemplo, es resultado de ser desagradecido por lo que tienes y elegir codiciar algo prohibido o arder de pasión con ello.
 Cuando tu corazón es lujurioso, se frustrará y enojará con facilidad (Santiago 4:1-3).
 La amargura se arraiga cuando respondes de manera sentenciosa y te rehúsas a resolver tu enojo.
 El enojo sin resolver de una persona amargada se filtra cuando se la provoca (Efesios 4:31).
 La codicia de más dinero y posesiones hará que te frustres con deseos sin cumplir (1 Timoteo 6:9-10).
 Estos anhelos intensos, junto con la insatisfacción, te llevan a arremeter contra cualquiera que se interponga en tu camino. El orgullo hace que actúes con dureza para proteger tu ego y tu reputación. Estas motivaciones nunca pueden satisfacerse, pero cuando el amor entra a tu corazón, te tranquiliza y te inspira a dejar de concentrarte en ti mismo, y a despojarte de las cosas innecesarias. El amor te llevará a perdonar en lugar de guardar rencor, a ser agradecido en lugar de codicioso, a conformarte en lugar de meterte en más deudas. El amor te alienta a ser feliz cuando otra persona tiene éxito en lugar de no poder dormir de la envidia. El amor dice “comparte la herencia” en lugar de “pelea con tus parientes”.
 Te recuerda que le des prioridad a la familia en vez de sacrificarlos por un ascenso en el trabajo. En última instancia, el amor disminuye tu estrés en cada decisión y te ayuda a despedir el veneno que puede generarse en el interior. Luego, te prepara el corazón para responder frente a tu cónyuge con paciencia y aliento en lugar de enojo y exasperación.

El desafío de hoy
Frente a las circunstancias difíciles en tu matrimonio decide reaccionar con amor en lugar de irritación. En primer lugar, realiza más abajo una lista de áreas en las que necesites añadir un margen en tu agenda.
 Luego, enumera cualquier motivación equivocada que debas eliminar de tu vida.
 __Haz una marca aquí cuando hayas completado el desafío de hoy. ¿En dónde necesitas añadir un margen en tu vida? ¿Cuándo reaccionaste en forma exagerada últimamente? ¿Cuál fue tu verdadera motivación subyacente? ¿Qué decisiones tomaste hoy? Me esfuerzo por conservar siempre una conciencia irreprensible

lunes, 17 de septiembre de 2012

DÍA 5: EL AMOR NO ES GROSERO

Al que muy de mañana bendice a su amigo en alta voz, le será contado como una maldición. (Proverbios 27:14)

 Nada irrita más rápido a los demás como la mala educación. Ser grosero significa decir o hacer algo innecesario que le haga pasar un mal momento a la persona que esté cerca. Ser grosero es actuar en forma indecorosa, vergonzosa o irritante. En el matrimonio, podría tratarse de tener una boca sucia, malos modales en la mesa o el hábito de hacer bromas sarcásticas. Desde cualquier punto de vista, a nadie le gusta estar cerca de una persona grosera.
 La conducta grosera puede parecerle insignificante a quien la practica, pero es desagradable para los que están cerca. Como siempre, el amor tiene algo para decir al respecto. Cuando un hombre es impulsado por el amor, se comporta en forma intencional de una manera que a la esposa le resulte más agradable. Si ella desea amarlo, resuelve evitar lo que lo frustra y le molesta. En esencia, el amor genuino cuida sus modales. Adoptar este concepto podría traer aire fresco a tu matrimonio.
 Los buenos modales le expresan a tu esposa o esposo: “Te valoro lo suficiente como para ejercer algo de dominio propio cerca de ti. Quiero ser una persona con la que sea un placer estar”. Cuando permites que el amor cambie tu conducta (aunque sea de la manera más insignificante) restauras una atmósfera de honor en la relación. Por lo general, las personas que practican una buena etiqueta aumentan el nivel de respeto en el ambiente donde están.
Casi siempre, la etiqueta que usas en tu casa es totalmente distinta a la que usas con tus amigos, o incluso con extraños. En tu casa, puedes gritar o poner mala cara, pero si suena el timbre, abres con una gran sonrisa y lleno de amabilidad. Sin embargo, si te atreves a amar, también querrás dar lo mejor de ti mismo a los tuyos. Si no dejas que el amor te motive a realizar los cambios necesarios en tu conducta, la calidad de tu relación matrimonial sufrirá. Las mujeres suelen ser mucho mejores que los hombres con ciertos modales, aunque pueden ser groseras de otras maneras.
El rey Salomón dijo: “Más vale habitar en un rincón de la azotea que compartir el techo con mujer pendenciera” (Proverbios 25:24 NVI).
Son los hombres en especial quienes necesitan aprender esta importante lección. La Biblia dice: “Bien le va al hombre que se apiada” (Salmo 112:5).
El hombre discreto averiguará qué es apropiado y ajustará su conducta en consecuencia. Hay dos razones principales por las que la gente es grosera: la ignorancia y el egoísmo. Por supuesto, ninguna de las dos cosas es buena. Los niños nacen sin saber nada sobre los buenos modales, y necesitan mucha ayuda y enseñanza. Sin embargo, los adultos demuestran su ignorancia de otra manera. Conoces las reglas, pero puedes no darte cuenta de cómo las rompes o ser demasiado egoísta como para que te importe. De hecho, quizá no te des cuenta de lo desagradable que puede ser vivir contigo. Ponte a prueba con las siguientes preguntas:
• ¿Qué piensa tu cónyuge de la manera en que hablas y actúas cuando estás cerca de él?
• ¿Qué efecto tiene tu conducta en la valía y la autoestima de tu pareja?
• ¿Tu cónyuge diría que eres una bendición o que eres condescendiente y lo avergüenzas?
Si piensas que tu cónyuge (y no tú) es el que tiene que hacer cambios en esta área, es probable que sufras de un caso grave de ignorancia, con efectos secundarios de egoísmo. Recuerda, el amor no es grosero sino que te lleva a obrar con principios superiores.
¿Te gustaría que tu cónyuge dejara de hacer todo eso que te molesta? Entonces, es hora de dejar de hacer todo eso que le molesta. ¿Serás lo suficientemente considerado y amoroso como para descubrir y evitar la conducta que hace que la vida le resulte desagradable a tu pareja? ¿Te atreverás a ser encantador?
Aquí tienes tres principios orientadores que se refieren a practicar los buenos modales en tu matrimonio:
 1. Respeta la regla de oro. Trata a tu pareja de la misma manera en la que quieres que te trate (ver Lucas 6:31)
2. Nada de distintos criterios. Ten la misma consideración con tu cónyuge que con los extraños y con los compañeros de trabajo
3. Cumple las peticiones. Considera lo que tu esposo o esposa ya te ha pedido que hagas o que no hagas. Si tienes dudas, pregunta.
El desafío de hoy
Pídele a tu cónyuge que te diga tres cuestiones que le incomodan o le irritan de ti. Debes hacerlo sin atacar ni justificar tu conducta. Su perspectiva es la importante en este caso.
 __Haz una marca aquí cuando hayas completado el desafío de hoy.
¿Qué cosas señaló tu cónyuge sobre ti que necesitan tu atención?
¿Cómo actuaste al escucharlas?
¿Qué planeas hacer para mejorar esas áreas?
 Llenas de gracia son las palabras de la boca del sabio. (Eclesiastés 10:12)