No es lógico prepararse a fondo para la vida profesional y al mismo tiempo dejar al azar uno de los riesgos más peligrosos y una de las experiencias más hermosas de la vida: el noviazgo y el matrimonio.
Antes de entablar un noviazgo es necesario saber para qué sirve el noviazgo. La respuesta inmediata es: El Noviazgo verdadero sirve para que nos preparemos para vivir y compartir la vida entera con otro ser humano del sexo opuesto. Quien no tenga éxito cabal en el noviazgo, dificilmente lo tendrá en el matrimonio.
Para todo en la vida hace falta una preparación, esta preparación capacita para actuar adecuadamente con un fin determinado y no actuar a la deriva, como tirando golpes al aire.
Generalmente, cuando pensamos en una relación de noviazgo, nos formamos imágenes mentales de cómo queremos que sea nuestra pareja y nos dedicamos, únicamente, a enfocar esa imagen con el fin de emprender la búsqueda; sin embargo, olvidamos lo más importante. Pero deberíamos preguntarnos: ¿Qué es lo que yo puedo aportar a mi relación?, ¿Soy, exactamente, lo que buscaría esa pareja que tengo en mente? ó ¿Estoy listo física, mental y espiritualmente para emprender una relación de noviazgo? ¿Tengo la madurez suficiente para ello?
Para iniciar con el noviazgo exitoso es preciso cumplir con una serie de requisitos antes de la elección.
La decisión es lo más grande de la vida; el que no decide, nunca progresa, sin embargo hay que tomar las decisiones sobre un fundamento que tenga bases firmes, en el caso del noviazgo, no basta con sentirse atraídos, no se debe ir al matrimonio por mero capricho y mucho menos pensando en los cuentos de hadas, debe tenerse la visión de que el matrimonio lleva a una responsabilidad para cumplir una misión en la familia y en la sociedad.
En el noviazgo debemos prepararnos para tener la capacidad y madurez de unir nuestra vida a otra persona con quien viviremos la vida entera.
Antes de entablar un noviazgo es necesario saber para qué sirve el noviazgo. La respuesta inmediata es: El Noviazgo verdadero sirve para que nos preparemos para vivir y compartir la vida entera con otro ser humano del sexo opuesto. Quien no tenga éxito cabal en el noviazgo, dificilmente lo tendrá en el matrimonio.
Para todo en la vida hace falta una preparación, esta preparación capacita para actuar adecuadamente con un fin determinado y no actuar a la deriva, como tirando golpes al aire.
Generalmente, cuando pensamos en una relación de noviazgo, nos formamos imágenes mentales de cómo queremos que sea nuestra pareja y nos dedicamos, únicamente, a enfocar esa imagen con el fin de emprender la búsqueda; sin embargo, olvidamos lo más importante. Pero deberíamos preguntarnos: ¿Qué es lo que yo puedo aportar a mi relación?, ¿Soy, exactamente, lo que buscaría esa pareja que tengo en mente? ó ¿Estoy listo física, mental y espiritualmente para emprender una relación de noviazgo? ¿Tengo la madurez suficiente para ello?
Para iniciar con el noviazgo exitoso es preciso cumplir con una serie de requisitos antes de la elección.
La decisión es lo más grande de la vida; el que no decide, nunca progresa, sin embargo hay que tomar las decisiones sobre un fundamento que tenga bases firmes, en el caso del noviazgo, no basta con sentirse atraídos, no se debe ir al matrimonio por mero capricho y mucho menos pensando en los cuentos de hadas, debe tenerse la visión de que el matrimonio lleva a una responsabilidad para cumplir una misión en la familia y en la sociedad.
En el noviazgo debemos prepararnos para tener la capacidad y madurez de unir nuestra vida a otra persona con quien viviremos la vida entera.
Los novios han de comprender que su primera lealtad es hacia Dios, deben profesar la misma fe, pues si sus creencias son radicalmente opuestas, ¿Cómo educarán a sus hijos?
No permitamos que el estudio, el trabajo, los compañeron, ni ningúna otra cosa nos roben los valores supremos de la vida: El amor a Dios y al ser amado.
El que no ama, no conoce a Dios; porque Dios es amor. 1a Juan 4:8
No permitamos que el estudio, el trabajo, los compañeron, ni ningúna otra cosa nos roben los valores supremos de la vida: El amor a Dios y al ser amado.
El que no ama, no conoce a Dios; porque Dios es amor. 1a Juan 4:8
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